Se pueden tomar palabras del capitán del equipo argentino de Copa Davis, Martín Jaite: "intentaremos arruinarles la fiestita". O de Mariano Zabaleta, subcapitán del conjunto: "el equipo dejará todo en la cancha". O varias más. En todas se encuentra un solapado denominador común: Argentina está en Praga para hacer lo que República Checa le deje hacer.
El panorama es claro, a punto tal de poder decir que, en la mirada previa, es la serie más adversa que se haya enfrentado en los últimos años. Alemania y Francia eran rivales tan difíciles como los checos. Pero jugar en Buenos Aires fue una profunda diferencia de esas series a la de estos días. En el juego de protagonistas de los singles de hoy, Radek Stepanek, se muestra mucho más joven que sus 34 años y su tenis parece tallado a mano para adaptarlo a las demandas de la superficie. Ante él, Juan Mónaco debe ganar un punto imprescindible para las aspiraciones argentinas.
De cómo sea su adaptación, en competencia no en entrenamientos, a la velocidad y la altura del pique dependerá su suerte. El segundo punto entra en la categoría de hazaña. O, directamente, de utopía. Si bien Leonardo Mayer tiene saque y drive como para luchar por la iniciativa, Tomas Berdych es un inmenso jugador que, por las dudas, sube sus acciones en marco de Davis.
Las cartas, echadas. Los nombres son los que están. Solo falta que comience la acción y ver si, como ciertas veces, queda un pequeño espacio para una gran sorpresa.